Pasajeros.

domingo, 11 de marzo de 2012

Dejándose llevar

Veo tan cerca esos dos años cumplidos... Porque sí, muchas veces pienso que hace justamente dos años se definió mi vida tal y como es ahora. Fue un cambio, un giro de 180 grados, y como todas las cosas buenas, fue totalmente inesperado. Quizás es precisamente la falta de espera lo que hizo que fuera fantástico, lo que hizo que significara tanto para mí. Sinceramente ese día configuró mi vida, nuestras vidas.
Pienso mil veces que si esa segunda noche no hubiera sucedido yo no sería la que soy, ni conocería a la gente que conozco, ni hubiera sufrido como lo he hecho, ni hubiera comprendido muchos otros sentimientos que desconocía hasta ese momento. 
Porque juro que agradezco todos y cada uno de los pasos que dimos ese día, desde tomar la decisión de ir a ese lugar, como el saludo fortuito, como el error y sobre todo, el haberme dejado llevar. Es precisamente esto último lo que deberíamos hacer muchas veces: dejarte llevar, dejar sentir, dejar sufrir, dejar llorar, dejar reír, dejar de pensar en los demás y empezar a ser un poco egoísta.
Echo la vista atrás, pienso en esa noche, y es imposible que no se me dibuje una sonrisa en la cara, que me vuelva ojiplática y mis ojos de repente aparezcan cristalinos. Es una mezcla de felicidad y tristeza. De lo que fue y de lo que pudo ser y no fue, de lo que disfruté y de lo que ha venido después.
Y no tengo razones para creer que muchas otras personas recuerden ese día como lo hago yo, pero, en realidad, eso no importa tanto como pueda parecer.
Quizás solo me queda dar las gracias por ese día, y sobre todo no esperar que suceda uno igual.

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