Papel opaco.

Busca la inspiración donde rompen las olas, en los cristales de la cocina cuando traspasa la luz, en las gotas de aguardiente de las noches muertas y solo encuentra retales al fondo del pasillo de aquellas fotos que le provocan un vértigo atroz, sus pensamientos hacen malabares mientras golpe a golpe se mueven las manecillas del reloj, escapa de su cárcel y vuelve flaca y mojada tras los pasos del amor. Da su primera zancada dando cuerda a su voz para que consiga salir de la trena a la que ella misma se condenó, seguido del arranque de sus alas que lucen translúcidas al sol inicia su salida al oxidado portal de los quehaceres donde su único mandato es examinar cómo cambia su fondo azul durante las horas del día y así pasa la vida, se precipita a la locura mientras le tiemblan las piernas, mientras se ahoga con sus propios grilletes, pero lo cambia por un ratito de gloria, por el rato de excitación.

Y así vive sin tenerse en pie desde hace tres inviernos, manchada y desdibujada como lo fue su amor.