Medroso

Cada uno de sus recuerdos depende de que aquello siga vivo, se aparta del mundo aún con tráfico de fondo, recrea un baile en la cocina y piensa “no me vuelvas a dejar caer” mientras lo ambienta con carcajadas que puntualmente le hacen perder el equilibrio. Suspira, ten cuidado que va descalza y a la media hora le dolerán los pies, nadie le dijo que sería sencillo encontrar aquel lugar en el mundo, ve lo que no mira nadie y en ocasiones siente vergüenza y miedo, lista de miedos que alguien tacha y se dedica a reescribir.

 A veces resulta un precio un tanto caro, pero casi siempre está segura de lo que tiene en ese lugar, no siempre, pero al fin y al cabo se tienen, probablemente sea lo que hace que resulte especial. Os dirá que es un lugar frío pero a la vez acogedor, muchos no lo comprenden, les juzgarán y son juzgados, incluso entre ellos, probablemente en el momento en el que ella cruce la puerta del comedor de unos pasos y vuelva a encontrarse en el mundo real.

Y luego está ese otro aquel y le recuerda que busca su espectáculo final, mientras solo aspira a que le guarde el acto que todos los demás le olvidaron reservar y tranquilo, tiene reservada su butaca en segunda fila donde todavía observa algún que otro gesto incomprendido.

Entretanto ve afinando las cuerdas que en su espectáculo final el tercer acto es tu sitio.

“Tiene la voz tosca de hablar con tanta gente y tiene la voz preciosa de cantarte”