Hace un año...

...Acabábamos de zarpar hacia el viaje de nuestros sueños. Yendo con cierta incertidumbre convertimos esa semana en los mejores días que jamás pudimos imaginar. Y no, no fue todo risa y alegría, hubo momentos en los que lloramos como nunca antes lo habíamos hecho; pero, al fin y al cabo, esos momentos quizás naufragaban para estrechar lazos. 

Seguramente en esos días vivimos lo que mucha gente hubiera querido vivir: todo tipo de sensaciones, de emociones, buenas y no tan buenas... Lo que tengo claro es que ese viaje dejará marcado un antes y un después en nuestras vidas.

Aprendimos a perdonar, a dar segundas oportunidades. Aprendimos a llorar y a expresar lo que sentíamos, aprendimos a no tener miedo al ridículo y mucho menos al rechazo. Aprendimos a conseguir lo que nos proponíamos. También a no tener que depender de nadie y a que no es necesario multitud de personas para que esa experiencia sea única. Y, lo más importante, conseguimos evadirnos de todos los pequeños problemas para lograr la perfección de viaje.

Daría lo que fuera por retroceder en el tiempo y volver a vivir las cosas tal y como lo hicimos, no cambiaría nada, absolutamente nada. Lo malo nos hizo aprender y lo bueno nos hizo disfrutar, y no hay más.

A vosotras, gracias por el mejor viaje que pude imaginar. Una vez dijimos que repetíamos y no quiero quedarme con las ganas.